Amaia, inspectora de la policía foral de Navarra, se enfrenta al hallazgo de un cadáver junto al río Batzan. Este caso acabará relacionando el presente y pasado de la inspectora con su pueblo natal, Elizondo. La historia parte del encuentro de un cadáver de una menor en las orillas del río, la cual es hallada en una escena ritual que lo relaciona con otros asesinatos. La investigación del caso lleva a la inspectora Salazar a Elizondo, pueblo en el que nació y del que no guarda gratos recuerdos familiares. La historia intenta desarrollarse a partir de aquí, pero en muchos casos choca con la poca originalidad y la reiterada caída en pseudoatmósferas de tensión de pueblo aislado.
Fernando González Molina, en un intento de hacernos navegar dentro de una atmósfera tensa y agobiante, sólo consigue meternos en un batiburrillo de emociones, historias entre místicas y supersticiosas y un caso de asesinatos en serie que no puede contener la atmósfera que debería corresponder a la película. A una historia frágil, se le une un ritmo inestable que durante la película produce bajos y una coral de actores secundarios con escaso oficio cinematográfico: son numerosas las veces que durante las interpelaciones se produce la pausa y posterior enfatización típica de una malentendida interpretación teatral.
Pese a todo no es una película que te deje atormentadx y en algunos momentos llega a ser entretenida. Te sugiere leer la obra de mismo título de Dolores Redondo sobre cuya historia versa el film. ¿Será una mala adaptación?