Normalmente generamos autocrítica no para aprender de los errores que hemos cometido o podamos cometer sino para dejar claro que nuestra bondad y amplitud de miras no tiene límites. Generalmente somos seres vanidosxs que buscamos el reconocimiento externo pero que para otorgarlo ponemos un listón que nosotrxs mismxs no alcanzaríamos.
Últimamente, la lucha entre corrientes de opinión está tomando un camino corrompido donde algunxs, dóciles y efectivos, siguen surfeando en la cresta de la ola del discurso hegemónico y otrxs, aquellxs que buscamos un discurso más abierto, matizado y alternativo, nos enfrentamos en lucha desigual por encontrar un sitio donde poder recibir lo que se ha convertido en única la aspiración principal, el reconocimiento social, quedando negada nuestra efectividad comunicativa, llegar a más gente y con opiniones diversas, en pos de nuestro egocentrismo.
En esa lucha por acaparar el reconocimiento, atónitxs vemos cómo nos vamos convirtiendo en lacayxs del ego y absurdamente favorecemos nuestros temores. Criticamos la falta de pluralidad pero, si no hay un reconocimiento explícito anterior al emisorx del mensaje, no lx dejamos formar parte de esa élite alternativa difusora del contrarelato y por ello decidimos no otorgar el regalo del me gusta o el retuit. Lo hacemos sin darnos cuenta de que estamos cayendo en ejercer el monopolio del llamado “discurso alternativo”.
Parece ser que tenemos un problema de miopía aguda y no vemos más allá de nuestra zona de confort, no visualizamos en colectivo y no tenemos por deber otorgar valor a las voces silenciadas, aquellas que también hablan de problemáticas que no nos son ajenas y que en mucho casos quedan silenciadas por el primer grupo al que llegan y del que también forman parte, por nuestro colectivo. Las nuevas formas de intercomunicación tienen mucho que ver en esto pero somos nosotrxs quienes hemos desnaturalizado el principal objetivo de los mensajes que es la comunicación y no lo que es secundario e innecesario que es el reconocimiento.
Ampliemos nuestro nivel de sensibilización, no nos encerremos en el juego que nos proponen, en el que tanta más razón llevas si más número de seguidores tienes, porque al final conseguirán que nuestro debate y análisis sobre las problemáticas a las que sobrevivimos en este sistema de capitalismo y muerte quede también controlado por el mismo tipo de mecanismos que ahogan la disidencia y la discrepancia. Atentxs, abiertxs y dispuestxs a crecer como colectivo sin dobles varas y sin necesidad de reconocimiento previo, así conseguiremos ahondar y fijar el camino de la revuelta.